lunes, diciembre 20, 2010

Cristo te visita.

DEJA QUE JESUCRISTO VISITE TU CORAZÓN.

Jesús nació en un establo, lugar abierto, sin puertas ni ventanas; unas varas amarradas a varios troncos era lo que pretendía dar “seguridad”.

Todo un símbolo el lugar donde nace Jesús. Nosotros queremos tener seguridad para nuestra vida, tener nuestras cosas materiales bien aseguradas, pasarla tranquilos porque tenemos seguro de vida, seguro para el coche, la puerta de la casa bien asegurada, un seguro para todo.

Navidad es un tiempo de contrastes en nuestros días. Quienes nos movemos en la vida con nuestras seguridades físicas y emocionales buscamos hacer bonitas fiestas de la Navidad. Pero pensemos en las miles de familias en nuestras ciudades y el campo cuya existencia se mueve en la total desprotección: el frío se cuela por todas partes en su choza, ¿tendrán comida para el día siguiente? ¿dónde conseguir un empleo y cómo hacerle para sobrevivir? Ellos no hacen fiesta en la Navidad, pero, estoy seguro, Navidad es para ellos una fiesta porque Cristo niño nace allí. Nace, aunque ellos no perciban nada extraordinario, porque el mismo Jesús lo dijo: “Dichosos los pobres, porque de ustedes es el Reino de Dios” (Lc 6,20). Su situación concreta es injusta, de ahí que Dios mismo haya dicho “yo mismo seré su protector”. “El Señor todopoderoso mostrará su grandeza haciendo lo que es recto; el Dios Santo revelará su santidad actuando con justicia” (Is 5,16).

Jesús quiere nacer también en tu vida. Basta con que te enteres de lo que ocurre en tu entorno. No te encierres en ti mismo, en tus seguridades. Mantén el corazón sediento de Dios y brotarán de ti acciones de solidaridad hacia los más desprotegidos. Entonces, estoy seguro, Jesús hará su morada en ti.

Señor, hay muchas cosas hoy en estos días de Navidad que me distraen de lo esencial que es tu llegada a mi vida, hay mucho ruido y muchas voces que me llaman a “comprar, comprar, comprar”. Te pido me ayudes a escucharte a Ti, a reconocer tu presencia en mis hermanos más pobres, a descubrir el sentido de mi vida en acciones de solidaridad. Tú sigues pasando para visitar nuestra vida; mantenme, pues, los ojos abiertos y los oídos atentos para percibir tus pasos. Enséñame, Señor, el camino para llegar a donde Tú me esperas.


domingo, diciembre 12, 2010

El pan y el perdón.

EL PAN Y EL PERDÓN.
Tips para darle vida a nuestro Adviento.

Hace unos dos meses me encontraba en reunión con un grupo de matrimonios y comentábamos la oración del Padrenuestro. Tengo ahora frente a mí los apuntes que saco de esas reuniones y quiero compartir con Ustedes esta breve reflexión.

Decimos en el Padrenuestro: “Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden”. El pan y el perdón son dos necesidades básicas para nuestra vida; así como el agua, el aire, el amor, necesitamos pan y perdón para experimentar que la existencia humana tiene sentido. Y las dos van juntas, forman parte de una misma experiencia vital.

El pan, con todo lo que significa: el alimento, la salud, la casa, el trabajo, la libertad, la educación; el perdón, con todo lo que encierra: relaciones sanas y sinceras con los que me rodean, reconciliación en el seno de la familia, intenciones honestas para con los vecinos y compañeros de trabajo, paz interior.

Cuando a Dios le pedimos “danos hoy el pan de cada día” pensamos ciertamente en nuestras necesidades de la vida cotidiana. Tenemos presente a tantos hermanos, familias enteras, comunidades que carecen de los bienes indispensables para vivir. Tienen hambre de pan para su cuerpo. Pero no es sólo eso, hay algo más: se pide aquello que nos hace valer más como personas, esto es, se anhela la vivencia de los valores auténticos y el verdadero sentido de la vida. Se tiene hambre del pan que nos da esperanza y amor, y que nos impulsa a seguir adelante en la vida. Todavía más, es el pan de la fe en Jesucristo; Él es quien se convierte en nosotros en la fuerza y el motivo para seguir viviendo.

¿Y podemos todos hacer esta petición a Dios nuestro Padre? Ciertamente sí, pero con una condición fundamental: se necesita tener hambre. No es sólo cuestión del hambre física para hacer esta petición. Hay personas que se sienten autosuficientes, que orgullosamente se precian de no necesitar nada de nadie, de no depender de ninguna persona; no tienen hambre, están satisfechas de orgullo. A estas personas el Evangelio las llama “ricos”. Por tanto, ellos no necesitan del pan de Dios; no sienten hambre y por eso no tienen necesidad de pedir el pan.

Para pedir el pan de Dios, comenzando con los bienes materiales, debemos sentirnos pobres, sentir la necesidad de que alguien nos estreche la mano que tenemos tendida, con expectativas para nuestra vida. Esta es la actitud fundamental que hace válida nuestra petición a Dios. Esto es tener hambre, y hambre, en el fondo, de Dios.

Y aquí es donde se enlaza la otra petición del Padrenuestro: “perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden”. Es el pan de la reconciliación con Dios y la reconciliación con los demás. Tenemos aquí otro de los bienes básicos para la conciencia y para todo el campo de las relaciones interpersonales: es, a fin de cuentas, tener hambre de paz en el corazón y de reconciliación con los demás; por eso nos dirigimos a Dios con esta sentida petición.

Podemos tener bienes materiales suficientes, pero si no hay reconciliación con Dios y entre nosotros, si no somos capaces de perdonar y de pedir perdón, no tendremos entonces paz, armonía familiar, confianza en los demás. Si hay ofensores y ofendidos, odios y resentimientos, aunque haya satisfactores materiales suficientes, sólo nos darán agobio y soledad.

Debemos, pues, sentir hambre en el corazón, hambre profunda de paz y de reconciliación; anhelos de confiar en los demás para, así, ser constructores de fraternidad. Sólo con estas actitudes encontraremos el sentido tan ansiado para nuestra vida. ¡Que todos luchemos, y este es un mensaje para los jóvenes, por vivir estos valores como dones preciosos de Dios nuestro Padre!

Adviento, oportunidad excepcional para rezar el Padrenuestro con estos sentimientos; tiempo especial que nos presenta la Iglesia para anhelar la paz y así, en paz y reconciliados, nos lancemos a practicar la solidaridad con los hermanos más desprotegidos. Adviento, en paz y reconciliados, practiquemos la caridad para sentarnos todos en la misma mesa de la Iglesia con Cristo a la cabeza.  
  







lunes, diciembre 06, 2010

El buen camino.

EL BUEN CAMINO. PROVERBIOS 4,20-27.

Hijo mío, atiende a mis palabras, haz caso a mis consejos; que no se aparten de tus ojos, guárdalos dentro de tu corazón; porque son vida para el que los sigue, son salud para su cuerpo y su alma. Por encima de todo guarda tu corazón, porque de él brota la vida. Aparta la perversidad de tu boca y aleja la mentira de tus labios. Que tus ojos miren de frente y no se desvíe tu mirada. Fíjate bien dónde pones tus pies, y todos tus caminos estarán seguros. No te desvíes ni a derecha ni a izquierda, y aleja tus pasos de la maldad”.

A mis amigos los jóvenes.

Cuando la Biblia usa la palabra “camino” le da una grande importancia, porque quiere referirse al estilo de vida que el creyente en Dios siempre debe buscar. Al buscar un estilo de vida según Dios la persona se mantiene en tensión, es decir, hace intervenir todas las partes que la conforman para que toda ella esté orientada hacia una dirección: Dios.

Si te fijas, el autor de Proverbios, como algo característico en él, tiene el afán de abarcar toda la persona del creyente–discípulo en su corporeidad: oídos, ojos, corazón, cuerpo, boca y labios, pies, derecha e izquierda.

¿Y sus funciones? Creo que aparece con claridad la función y el valor simbólico de cada una de estas partes del cuerpo: se trata de escuchar con atención, de mirar reflexivamente, de hablar coherentemente, de caminar de acuerdo a un proyecto de vida, de saber amar y amar con pasión. Los órganos del cuerpo humano te ayudan a que tengas siempre presente la búsqueda de los valores fundamentales para la vida, lo que de veras es valioso y que hay que cuidar para que la vida tenga sentido.

Los ojos en la Biblia, por ejemplo, tienen gran valor simbólico; se dice que “los ojos dirigen”, es decir, se pone la mirada en un objetivo, en una meta, y se avanza hacia ese punto poseído ya con la mirada; los que practican un deporte o el ejercicio físico en el gimnasio tienen los ojos bien puestos en lo que quieren conseguir. En otras palabras, se ha elaborado un proyecto para la vida, se “ve” con claridad el punto de llegada y se avanza con pasión para conseguirlo; entran en juego todos los órganos del cuerpo para la realización del proyecto, te has puesto en camino. Antonio Machado en su poema dice: “al andar se hace camino”. Nosotros podemos decir con la Biblia: “al mirar se hace camino”.

Jesucristo se identifica con el camino: “Yo soy el camino, la verdad y la vida” (Jn 14,6). Él mismo es el proyecto de vida por excelencia que nos propone imitarlo, para que de esa manera uno se sienta realizado como persona, seguidor del Guía que es Jesucristo.

Anímate a conocerlo más a fondo y a caminar con Él. Es el verdadero Guía en el camino de la vida.

Hay mucho más para hablar sobre esto; sólo te dejo estos pensamientos para reflexionar.


Se dice: “El camino pertenece al que lo camina, con todas sus búsquedas y sus afanes... y comienza, con solo un paso...”.