OJO POR OJO – DIENTE POR DIENTE.
El Evangelio del próximo Domingo, Mateo 5,38-48, continúa presentando el texto del Sermón de la Montaña. Ahora el tema es el amor a los enemigos. Difícil de comprender y, como algunos afirman, más difícil es llevarlo a la práctica. ¿Qué nos querrá decir Jesús en estas enseñanzas? ¿Y cómo está llamado a comportarse el cristiano como discípulo de Cristo cuando recibe insultos o es objeto de violencia?
Jesús proclama aquí que ante las ofensas recibidas hay otra manera de actuar, diferente a la que se deja llevar por la pasión, las emociones, los impulsos incontrolados; esto refleja que ese corazón está lleno de ira y de rencor. Jesús enseña que el nuevo modo de actuar nace de un corazón que se ha abierto totalmente a Dios; que reconoce a Dios como el Padre Bueno y se reconoce él mismo como hijo de Dios. Situado así, en la apertura a Dios, es como la persona podrá comprender las palabras de Jesús y llevarlas a la práctica.
El “Ojo por ojo, diente por diente” fue una ley que regulaba el afán de venganza y represalias que llevamos en nuestro interior para hacernos justicia por mano propia ante los daños ocasionados. Textos legislativos son: Ex 21,22-25; Lv 24,20; Dt 19,21. La reparación debía ser proporcional a la ofensa, no llevarse más allá, y todo quedaba resuelto. Violencia tras violencia traía “paz” por fuera, pero por dentro el corazón seguía lleno de odio y resentimientos. Jesús enseña ahora que hay que ir hasta el fondo de esta ley para encontrar la voluntad de Dios, a fin de romper con la espiral de violencia que trae consigo responder con la misma violencia; más aún, hay que cambiar el corazón.
Por eso Jesús propone “No enfrenten al que les hace el mal”. Quiere evitar la violencia física y el odio que trae consigo. Aquí hay algo importante que atender: Jesús deja la puerta abierta a la posibilidad de una resistencia moral para defender la vida. No está llevando a sus discípulos a la cobardía ni a ser miedosos, sino a defender el valor fundamental que es la vida. Jesús mismo, cuando le pegaron un bofetón en el juicio ante Anás (Juan 18,22-23) no presentó la otra mejilla; interpeló al agresor, y se mostró así totalmente persona que protestó con toda dignidad, dominio de sí y mirada tranquila. Es cierto, después vino más violencia, pero en ese momento Él, indefenso pero lleno de fortaleza y dignidad, venció la escalada de violencia. En nuestros tiempos hay dos ejemplos que llaman la atención: Gandhi y Luther King, con su actitud de resistir organizando un movimiento pacífico. El texto de Rm 12,19-21 muestra que la enseñanza de Jesús va en la línea de ser una estrategia para vencer el mal con el bien; no es una resignación pasiva o indiferencia ante el mal. El objetivo es obligar a que el adversario cambie internamente; claro, esto ya no está en las manos del discípulo de Jesús sino en las manos de Dios.
Amar a los enemigos. ¿Cómo puede un cristiano amar a sus enemigos? Sólo lo puede hacer imitando a Jesús; el amor de Jesús es la entrega de la vida, es donar la vida por los demás. ¿Y de qué manera el cristiano expresa su amor a los enemigos como donación de la vida? El mismo Jesús lo enseña en el Sermón de la Montaña: Mediante el corazón limpio, esto es, desterrar odios y resentimientos, desear el bien a los enemigos y orar por los enemigos. Este es el amor cristiano, amor libre y desinteresado, que trasciende lo puramente humano, que dignifica a quien lo ejercita, que es un amor universal, porque tiene su fundamento en el amor del Padre Dios, quien nos ama a todos sin distinción.
San Pablo hace suya esta enseñanza célebre de Jesús en Romanos 12,14-21. Como Jesús, Pablo pide una actitud sincera de desear el bien a aquellos que nos hacen el mal. Pablo mismo da ejemplo cuando dice: “He tratado de adaptarme lo más posible a todos, para salvar como sea a algunos” (1Corintios 9,22). Pablo pide que no se devuelva el mal por el mal, y con un gran realismo alienta a sus cristianos a vivir en paz con los demás en la medida de lo posible: “Hagan lo posible, en cuanto de ustedes dependa, por vivir en paz con todos” (Romanos 12,18), y a no hacer justicia por ellos mismos, sino dejar este cometido a Dios.
Es interesante observar lo que dice Pablo en Romanos 12,20, citando Proverbios 25,21-22: “Actuando así, harás que enrojezca de vergüenza”. ¿A qué se refiere? Esta imagen indica la esperanza de que el bien hecho al otro lo haga reaccionar de tal forma que llegue finalmente a cambiarlo, que revise su comportamiento. Dice la Biblia de Jerusalén en la nota: “el cristiano se venga de sus enemigos haciéndoles el bien”. Es, como lo mencionaba yo antes, una estrategia para alcanzar un objetivo fundamental del amor: vencer el mal con el bien.
→ Cuando alguien quiere herirme, ¿cómo reacciono?
→ En una escala del 5 al 10 (5: lo mínimo – 10: lo máximo) ¿En qué número me coloco respecto a esta enseñanza de Jesús?
→ ¿Qué necesitan nuestras comunidades cristianas para poner en práctica las enseñanzas de Jesús en el Sermón de la Montaña?
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