miércoles, enero 26, 2011

En el camino hacia Damasco.







El encuentro de Pablo con Cristo.


En el camino de Damasco se produjo en Pablo un cambio radical en la concepción que tenía sobre sí mismo, sobre los demás y sobre Dios. Cristo lo encuentra y le cambia de dirección de la vida. ¿Hacia qué dirección lo condujo? 

El mismo Pablo nos lo va explicando en sus cartas. En un texto me detengo un momento: Filp 3,7-8.

Ante todo, el Señor Jesús lo llevó a que tomara conciencia de que tenía que "desprenderse" completamente de lo que Pablo mismo consideraba sumamente importante; lo llevó a que comenzara a experimentar una vivencia totalmente nueva de las cosas. Dice Pablo: "Pero lo que entonces consideraba una ganancia, ahora lo considero pérdida por amor a Cristo. Más aún, pienso incluso que nada vale la pena si se compara con el conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor. Por Él he sacrificado todas las cosas, y todo lo tengo por basura con tal de ganar a Cristo" (Filp 3,7-8).

Pablo fue conducido hacia la percepción de que todo en la vida (cualidades, capacidades, proyectos, logros, realización humana), tiene un valor completamente relativo frente a Cristo Jesús; todo es de muy poco valor. Notemos que Pablo no desprecia lo que es y tiene la persona, lo que ha conseguido en la vida y que le da satisfacción humana, sino que todo esto, colocado frente a la persona y acontecimiento de Cristo resucitado, no tiene valor alguno para el sentido pleno de la vida, el cual solamente Cristo lo puede dar. En otras ocasiones Pablo hace alarde de lo importante que fue él mismo en medio de la sociedad en que vivía; pero ahora su "importancia" estriba en Cristo Jesús, ahora puede decir que se gloría no en sus méritos sino en Cristo Jesús.

A esta nueva visión de la vida es a la que Cristo encamina a Pablo en el encuentro de Damasco. Por eso Pablo insiste en que para él fue este encuentro una revelación, una iluminación; se ha colocado en un punto de vista nuevo: el de Cristo. Para él, a partir de ahora, todas las cosas son diversas; juzga su propia vida con ojos a la luz de Cristo. Puede exclamar: "estaba equivocado, he creído válido lo que no lo era, he confundido la verdad de las cosas".

Es comprensible, y uno se puede quedar impactado, del terrible shock de Pablo en el encuentro de Damasco, porque él no llega a esta nueva visión de la vida por medio de un razonamiento sino por medio de una toma de contacto con la verdad. Es así como comprende que tiene que rehacer todo, en su pensamiento, en su praxis, en sus relaciones con los demás y, sobre todo, en su fe.

Tal fue la revelación del ser de Jesús que tuvo Pablo y que lo hizo cambiar de juicio y de actitud. Una revelación que transformó su comportamiento interior. Es, pues, en el encuentro con Cristo donde radica la grandeza de Pablo. Y es, para el cristiano, la experiencia que tenga de Cristo lo que habrá de llevarlo a darle a las cosas, a la vida, a su propia persona, el justo valor, la justa medida y tener a Cristo como el valor supremo que le da sentido total a la existencia humana. Por más imponente que sea una conquista humana, el verdadero sentido de la vida lo proporciona la experiencia de fe en Cristo Jesús.





Nuestra Parroquia







El Barrio San José.

Una zona de Xalapa, con mucho dinamismo comercial y llena de tradiciones culturales es nuestro barrio san José. Aunque no en la nomenclatura oficial pero sí en el lenguaje popular esta zona es llamada precisamente con el nombre de este santo. Esto habla de la importancia que juega en la cultura popular la iglesia que está dedicada a este santo varón, que tan decidido papel tiene en la vida de la Iglesia.
Este templo san José, cuya fundación, según datos, viene desde los años 1600, ha sido y es todavía el centro religioso y cultural de esta parte de la ciudad de las flores Xalapa.
Sin ahondar en datos históricos presento algunas fotografías del barrio san José, tomadas desde el campanario de este monumental templo, que, por otro lado, tiene una acústica apropiada para que puedan escucharse de manera clara y sonora los acordes musicales que los diferentes grupos, tanto de música religiosa como de música clásica aquí ejecutan; es en este contexto, muy apreciado nuestro templo san José por los integrantes de los diferentes grupos artísticos de la Universidad Veracruzana.

     
























lunes, enero 10, 2011


Nuestro templo San José.



HERMOSO TEMPLO SAN JOSÉ.

Situado en uno de los barrios más antiguos y característicos de nuestra ciudad Xalapa, se encuentra este bello templo dedicado al santo patriarca señor San José. Junto con el tradicional mercado Alcalde y García (conocido por todos como ‘Mercado San José’), las grandes casas que antes fueron Beneficios de Café y ahora llenas de vitalidad comercial, el vasto edificio en el que actualmente se encuentran oficinas y cuartel de la policía intermunicipal, las espaciosas oficinas donde se atiende a los campesinos, y otros grandes edificios, tenemos un auténtico conjunto de edificaciones sólidas y, a la vez, pintorescas, que le dan a Xalapa abundante vida religiosa, cultural, comercial, ambiente político y de encuentro de las familias. Bien merecido lleva el nombre “Conjunto de edificios San José, con su plazoleta San José”.

Es muy activa la vida pastoral que tenemos en nuestro templo; por supuesto que no todo se concentra en él sino que es todo el territorio parroquial el que bulle de vida de fe, tanto con las tradiciones religiosas que son las Asociaciones dedicadas a la Virgen María y a los santos, la Adoración nocturna al Santísimo Sacramento, como los grupos de catequesis y evangelización, tal como lo exige la vida pastoral de la Iglesia para la sociedad de hoy.

Marcan un fuerte impulso pastoral las casas de Hermanas religiosas dentro de nuestro territorio parroquial, lo cual constituye, a la vez, una bendición del Señor para nuestra Parroquia: el convento de Adoratrices Perpetuas del Santísimo Sacramento en la calle 20 de Noviembre, el centro de Evangelización de las Hermanas Catequistas de María Santísima en la calle Higueras 42, el Sanatorio San Francisco de las Hermanas Franciscanas en la calle 5 de Febrero y el centro también de Evangelización de las Hermanas Misioneras de Santa Teresita del Niño Jesús en la calle Corregidora.

Digno de ser visitado por turistas admirando su arquitectura y su estilo, así como también digno para albergar eventos culturales por parte de infinidad de grupos de música y canto, es como se presenta nuestro templo San José. Pero, sobre todo, para que el cristiano realice una visita al Santísimo Sacramento y medite en un texto de la Palabra de Dios en la bella capilla del Sagrario, apropiado lugar para la oración para el encuentro con el Señor. Que asista el creyente, al menos unos minutos durante el día.  
  
Por ahora, éstas son algunas de las fotos que presentamos.







   

lunes, enero 24, 2011

Comunicaciones sociales. Benedicto XVI.






MENSAJE DEL PAPA BENEDICTO XVI PARA LA 45 JORNADA MUNDIAL DE LAS COMUNICACIONES SOCIALES.
  
(Presento las palabras del Papa Benedicto XVI con motivo de la 45 Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, hoy en la fiesta de San Francisco de Sales, patrono de quienes utilizan las comunicaciones en la era digital. La traducción está tomada de la Agencia de Noticias ACI Prensa. La numeración de los párrafos es mía, para mejor visualización del texto. Es de suma importancia el papel que la Iglesia quiere tener hoy, y por Iglesia se debe entender no sólo la jerarquía sino todos los bautizados, para presentar ante el mundo en la era digital los valores del Evangelio. De ahí que vale la pena darle una buena leída y reflexionar este mensaje del Papa; ojalá esto se pueda hacer en grupo). 


Verdad, anuncio y autenticidad de vida en la era digital.

Queridos hermanos y hermanas.

1.- Con ocasión de la XLV Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, deseo compartir algunas reflexiones, motivadas por un fenómeno característico de nuestro tiempo: la propagación de la comunicación a través de internet. Se extiende cada vez más la opinión de que, así como la revolución industrial produjo un cambio profundo en la sociedad, por las novedades introducidas en el ciclo productivo y en la vida de los trabajadores, la amplia transformación en el campo de las comunicaciones dirige las grandes mutaciones culturales y sociales de hoy. Las nuevas tecnologías no modifican sólo el modo de comunicar, sino la comunicación en sí misma, por lo que se puede afirmar que nos encontramos ante una vasta transformación cultural. Junto a ese modo de difundir información y conocimientos, nace un nuevo modo de aprender y de pensar, así como nuevas oportunidades para establecer relaciones y construir lazos de comunión.

2.- Se presentan a nuestro alcance objetivos hasta ahora impensables, que asombran por las posibilidades de los nuevos medios, y que a la vez exigen con creciente urgencia una seria reflexión sobre el sentido de la comunicación en la era digital. Esto se ve más claramente, aún cuando nos confrontamos con las extraordinarias potencialidades de internet y la complejidad de sus aplicaciones. Como todo fruto del ingenio humano, las nuevas tecnologías de comunicación deben ponerse al servicio del bien integral de la persona y de la humanidad entera. Si se usan con sabiduría, pueden contribuir a satisfacer el deseo de sentido, de verdad y de unidad que sigue siendo la aspiración más profunda del ser humano.

3.- Transmitir información en el mundo digital significa cada vez más introducirla en una red social, en la que el conocimiento se comparte en el ámbito de intercambios personales. Se relativiza la distinción entre el productor y el consumidor de información, y la comunicación ya no se reduce a un intercambio de datos, sino que se desea compartir. Esta dinámica ha contribuido a una renovada valoración del acto de comunicar, considerado sobre todo como diálogo, intercambio, solidaridad y creación de relaciones positivas. Por otro lado, todo ello tropieza con algunos límites típicos de la comunicación digital: una interacción parcial, la tendencia a comunicar sólo algunas partes del propio mundo interior, el riesgo de construir una cierta imagen de sí mismos que suele llevar a la autocomplacencia.

4.- De modo especial, los jóvenes están viviendo este cambio en la comunicación con todas las aspiraciones, las contradicciones y la creatividad propias de quienes se abren con entusiasmo y curiosidad a las nuevas experiencias de la vida. Cuanto más se participa en el espacio público digital, creado por las llamadas redes sociales, se establecen nuevas formas de relación interpersonal que inciden en la imagen que se tiene de uno mismo. Es inevitable que ello haga plantearse no sólo la pregunta sobre la calidad del propio actuar, sino también sobre la autenticidad del propio ser. La presencia en estos espacios virtuales puede ser expresión de una búsqueda sincera de un encuentro personal con el otro, si se evitan ciertos riesgos, como buscar refugio en una especie de mundo paralelo, o una excesiva exposición al mundo virtual. El anhelo de compartir, de establecer "amistades", implica el desafío de ser auténticos, fieles a sí mismos, sin ceder a la ilusión de construir artificialmente el propio "perfil" público.

5.- Las nuevas tecnologías permiten a las personas encontrarse más allá de las fronteras del espacio y de las propias culturas, inaugurando así un mundo nuevo de amistades potenciales. Ésta es una gran oportunidad, pero supone también prestar una mayor atención y una toma de conciencia sobre los posibles riesgos. ¿Quién es mi "prójimo" en este nuevo mundo? ¿Existe el peligro de estar menos presentes con quien encontramos en nuestra vida cotidiana ordinaria? ¿Tenemos el peligro de caer en la dispersión, dado que nuestra atención está fragmentada y absorta en un mundo "diferente" al que vivimos? ¿Dedicamos tiempo a reflexionar críticamente sobre nuestras decisiones y a alimentar relaciones humanas que sean realmente profundas y duraderas? Es importante recordar siempre que el contacto virtual no puede y no debe sustituir el contacto humano directo, en todos los aspectos de nuestra vida.

6.- También en la era digital, cada uno siente la necesidad de ser una persona auténtica y reflexiva. Además, las redes sociales muestran que uno está siempre implicado en aquello que comunica. Cuando se intercambian informaciones, las personas se comparten a sí mismas, su visión del mundo, sus esperanzas, sus ideales. Por eso, puede decirse que existe un estilo cristiano de presencia también en el mundo digital, caracterizado por una comunicación franca y abierta, responsable y respetuosa del otro. Comunicar el Evangelio a través de los nuevos medios significa no sólo poner contenidos abiertamente religiosos en las plataformas de los diversos medios, sino también dar testimonio coherente en el propio perfil digital y en el modo de comunicar preferencias, opciones y juicios que sean profundamente concordes con el Evangelio, incluso cuando no se hable explícitamente de él. Asimismo, tampoco se puede anunciar un mensaje en el mundo digital sin el testimonio coherente de quien lo anuncia. En los nuevos contextos y con las nuevas formas de expresión, el cristiano está llamado de nuevo a responder a quien le pida razón de su esperanza (cf. 1 P 3,15).

7.- El compromiso de ser testigos del Evangelio en la era digital exige a todos el estar muy atentos con respecto a los aspectos de ese mensaje que puedan contrastar con algunas lógicas típicas de la red. Hemos de tomar conciencia sobre todo de que el valor de la verdad que deseamos compartir no se basa en la "popularidad" o la cantidad de atención que provoca. Debemos darla a conocer en su integridad, más que intentar hacerla aceptable, quizá desvirtuándola. Debe transformarse en alimento cotidiano y no en atracción de un momento.

8.- La verdad del Evangelio no puede ser objeto de consumo ni de disfrute superficial, sino un don que pide una respuesta libre. Esa verdad, incluso cuando se proclama en el espacio virtual de la red, está llamada siempre a encarnarse en el mundo real y en relación con los rostros concretos de los hermanos y hermanas con quienes compartimos la vida cotidiana. Por eso, siguen siendo fundamentales las relaciones humanas directas en la transmisión de la fe.

9.- Con todo, deseo invitar a los cristianos a unirse con confianza y creatividad responsable a la red de relaciones que la era digital ha hecho posible, no simplemente para satisfacer el deseo de estar presentes, sino porque esta red es parte integrante de la vida humana. La red está contribuyendo al desarrollo de nuevas y más complejas formas de conciencia intelectual y espiritual, de comprensión común. También en este campo estamos llamados a anunciar nuestra fe en Cristo, que es Dios, el Salvador del hombre y de la historia, Aquél en quien todas las cosas alcanzan su plenitud (cf. Ef 1, 10). La proclamación del Evangelio supone una forma de comunicación respetuosa y discreta, que incita el corazón y mueve la conciencia; una forma que evoca el estilo de Jesús resucitado cuando se hizo compañero de camino de los discípulos de Emaús (cf. Lc 24, 13-35), a quienes mediante su cercanía condujo gradualmente a la comprensión del misterio, dialogando con ellos, tratando con delicadeza que manifestaran lo que tenían en el corazón.

10.- La Verdad, que es Cristo, es en definitiva la respuesta plena y auténtica a ese deseo humano de relación, de comunión y de sentido, que se manifiesta también en la participación masiva en las diversas redes sociales. Los creyentes, dando testimonio de sus más profundas convicciones, ofrecen una valiosa aportación, para que la red no sea un instrumento que reduce las personas a categorías, que intenta manipularlas emotivamente o que permite a los poderosos monopolizar las opiniones de los demás. Por el contrario, los creyentes animan a todos a mantener vivas las cuestiones eternas sobre el hombre, que atestiguan su deseo de trascendencia y la nostalgia por formas de vida auténticas, dignas de ser vividas. Esta tensión espiritual típicamente humana es precisamente la que fundamenta nuestra sed de verdad y de comunión, que nos empuja a comunicarnos con integridad y honradez.

11.- Invito sobre todo a los jóvenes a hacer buen uso de su presencia en el espacio digital. Les reitero nuestra cita en la próxima Jornada Mundial de la Juventud, en Madrid, cuya preparación debe mucho a las ventajas de las nuevas tecnologías. Para quienes trabajan en la comunicación, pido a Dios, por intercesión de su Patrón, san Francisco de Sales, la capacidad de ejercer su labor conscientemente y con escrupulosa profesionalidad, a la vez que imparto a todos la Bendición Apostólica.


Vaticano, 24 de enero 2011, fiesta de san Francisco de Sales.


BENEDICTUS PP. XVI.















viernes, enero 21, 2011

San Felipe de Jesús, un santo joven.






FELIPE DE JESUS VIVIÓ A PLENITUD SU JUVENTUD.

SIENDO JOVEN LLEGÓ A SER SANTO.

Felipe de Jesús fue un joven inquieto como tantos; sabemos que en su adolescencia fue rebelde e inconstante, que la relación con su papá no era muy buena, no se entendían, sabemos que su vida nadaba en la superficialidad por la abundancia de bienes materiales que tenía su familia.

Sus papás, para su corrección, hicieron que ingresara al Noviciado Franciscano de Santa Bárbara en Puebla. Pero su espíritu inquieto e inconstante le llevó a abandonar el Noviciado, saltándose la barda para regresar a la casa paterna. Felipe aún no estaba maduro y no comprendía los caminos de Dios.

La vida de Felipe se accionaba entre virtudes y defectos. En sus virtudes hay que ver la acción indudable de la gracia de Dios. En sus defectos aparece claramente la naturaleza humana frágil y necesitada de la fuerza de Jesucristo.

Pero llegó el momento de la reflexión: Felipe de Jesús, un joven “de carne y hueso”, con sus virtudes y sus defectos, se dejó conducir por la mano de Cristo, quien ya desde hacía tiempo lo buscaba; venció su orgullo propio y se desbordó en una entrega generosa de la propia vida por amor a Cristo.

Ingresó de nuevo a la orden de los franciscanos y por impulso del Espíritu Santo vivió su vida con un constante deseo de conocer y cumplir la voluntad de Dios. En otras palabras, es lo que quiere decir la expresión “ser santos”. Hoy el Señor sigue llamando a los jóvenes a ser santos: ¡atrévanse, jóvenes, a ser santos! ¡A seguir a Cristo!

Felipe de Jesús se dedicó de lleno a sus estudios y atendía con gran sentido de solidaridad a los enfermos y moribundos. Todo lo hacía con la dedicación de un hombre que vivía para Jesús…

El mayor sueño de Felipe era convertirse en misionero en Japón. Podría entregarse más a Cristo trabajando duro por la conversión de los japoneses, y así lo hizo… Pero muere en la cruz, atravesado por ambos costados por dos lanzas; otra más le atravesó el pecho. Sus últimas palabras fueron: “Jesús, Jesús, Jesús”. Era el 5 de febrero de 1597 y Felipe contaba con apenas 23 años.

La vida de San Felipe de Jesús da motivo de esperanza para sentirse llamado por Cristo, a pesar de nuestra fragilidad y de nuestras infidelidades; San Felipe de Jesús anima a encontrarle sentido a nuestra vida y comprender que para Dios nada hay imposible.

Los obispos mexicanos han consagrado a San Felipe de Jesús como Protector y Modelo de los jóvenes de nuestra patria, para que, venciéndose a sí mismos, sepan, como Felipe de Jesús, buscar a Cristo siempre cercano a la vida, ser valientes para hacer que Cristo sea la luz que ilumine sus vidas y tener el coraje de seguirlo como el verdadero guía para la vida. La respuesta que Cristo pide a los jóvenes es una respuesta libre y generosa, disponibilidad para la escucha de su Palabra y, como consecuencia, ser audaz para seguirlo hasta ofrendar la propia vida.

Oración.
San Felipe de Jesús,
que llevaste tu espíritu generoso hasta el
extremo del mundo,
intercede por nosotros para que
 aprendamos de ti
a ser como el mundo nos necesita.
Amén.




miércoles, enero 19, 2011

Por la unidad de los cristianos.




BENEDICTO XVI, HOY EN LA AUDIENCIA GENERAL: LA UNIDAD EN LA PRIMERA COMUNIDAD CRISTIANA.

Nos encontramos los cristianos en la semana que la Iglesia llama “Semana de oración por la unidad de los cristianos”. A este propósito quiero presentar unos párrafos de la catequesis del Papa Benedicto XVI, pronunciada hoy miércoles 19 de Enero, explicando el texto de los Hechos de los Apóstoles sobre la vida de la primera comunidad de Jerusalén: “Los que habían sido bautizados se dedicaban con perseverancia a escuchar la enseñanza de los apóstoles, vivían unidos y participaban en la fracción de pan y en las oraciones” (Hch 2,42).

Esta traducción de la catequesis del Papa está tomada de la agencia de noticias ZENIT.org.

Dice el Papa:

“En el pasaje citado de los Hechos de los Apóstoles, cuatro características definen a la primera comunidad cristiana de Jerusalén como lugar de unidad y de amor, y san Lucas no sólo quiere describir un evento del pasado. Nos lo ofrece como modelo, como norma para la Iglesia presente, porque estas cuatro características deben constituir siempre la vida de la Iglesia. Estos cuatro elementos son todavía hoy los pilares de la vida de toda comunidad cristiana, y constituyen un único y sólido cimiento sobre el cual construir nuestra búsqueda de la unidad visible de la Iglesia”.

“Ante todo tenemos la escucha de la enseñanza de los Apóstoles, o sea, la escucha del testimonio que éstos dan de la misión, la vida, la muerte y la resurrección del Señor Jesús. Es lo que Pablo llama sencillamente el “Evangelio”. Los primeros cristianos recibían el Evangelio de la boca de los Apóstoles, estaban unidos para su escucha y para su proclamación, pues el Evangelio, como afirma san Pablo, “es el poder de Dios para la salvación de todos los que creen” (Rm 1,16). Todavía hoy, la comunidad de los creyentes reconoce en la referencia a la enseñanza de los Apóstoles la propia norma de fe: cada esfuerzo realizado para la construcción de la unidad entre los cristianos pasa a través de la profundización de la fidelidad al depositum fidei que nos transmitieron los Apóstoles”.

“El segundo elemento es la comunión fraterna. En los tiempos de la primera comunidad cristiana, como también en nuestros días, ésta es la expresión más tangible, sobre todo para el mundo exterior, de la unidad entre los discípulos del Señor. Leemos en los Hechos de los Apóstoles que los primeros cristianos tenían todo en común, y que quien tenía propiedades y bienes los vendía para distribuirlos a los necesitados (cfr Hch 2,44-45). Esta comunión de los propios bienes ha encontrado, en la historia de la Iglesia, nuevas formas de expresión. Una de estas, en particular, es la de la relación fraternal y de amistad construida entre cristianos de distintas confesiones. La historia del movimiento ecuménico está marcada por dificultades e incertidumbres, pero es también una historia de fraternidad, de cooperación y de comunión humana y espiritual, que ha cambiado de manera significativa las relaciones entre los creyentes en el Señor Jesús: todos estamos comprometidos a continuar en este camino. La comunión es, ante todo, comunión con Dios a través de la fe; pero la comunión con Dios crea comunión entre nosotros y se traduce necesariamente en la comunión concreta de la que hablan los Hechos de los Apóstoles, o sea la comunión plena. Nadie en la comunidad cristiana debe pasar hambre, nadie debe ser pobre: es una obligación fundamental. La comunión con Dios, hecha carne en la comunión fraterna, se traduce, en concreto, en el esfuerzo social, en la caridad cristiana, en la justicia”.

“Tercer elemento. En la vida de la primera comunidad de Jerusalén era esencial también el momento de la fracción del pan, en el que el Señor mismo se hace presente con el único sacrificio de la Cruz en su entregarse completamente por la vida de sus amigos: “Éste es mi cuerpo ofrecido en sacrificio por vosotros… éste es el cáliz de mi Sangre... derramada por vosotros”. “La Iglesia vive de la Eucaristía. Esta verdad no expresa solamente una experiencia cotidiana de fe, sino que encierra en síntesis el núcleo del misterio de la Iglesia” (Enc. Ecclesia de Eucharistia, 1). La comunión en el sacrificio de Cristo es el culmen de nuestra unión con Dios y representa por tanto también la plenitud de la unidad de los discípulos de Cristo, la comunión plena. Durante esta semana de oración por la unidad está particularmente vivo el lamento por la imposibilidad de compartir la misma mesa eucarística, signo de que estamos aún lejos de la realización de esa unidad por la que Cristo oró. Esta experiencia dolorosa, que confiere una dimensión penitencial a nuestra oración, debe convertirse en motivo de un esfuerzo más generoso todavía, por parte de todos; con el fin de que, eliminados todos los obstáculos para la plena comunión, llegue el día en que sea posible reunirse en torno a la mesa del Señor, partir juntos el pan eucarístico y beber todos del mismo cáliz”.

“Finalmente, la oración, o como dice san Lucas, “las oraciones”, es la cuarta característica de la Iglesia primitiva de Jerusalén descrita en el libro de los Hechos de los Apóstoles. La oración es desde siempre la actitud constante de los discípulos de Cristo, lo que acompaña sus vidas cotidianas en obediencia a la voluntad de Dios, como nos lo atestiguan también las palabras del apóstol Pablo, que escribe a los Tesalonicenses en su primera carta: “Estén siempre alegres. Oren en todo momento. Den gracias por todo, pues esta es la voluntad de Dios con respecto a ustedes como cristianos” (1 Tes 5, 16-18; cfr. Ef 6,18). La oración cristiana, participación en la oración de Jesús, es por excelencia una experiencia filial, como nos lo atestiguan las palabras del Padre Nuestro, oración de la familia -el “nosotros” de los Hijos de Dios, de los hermanos y hermanas- que habla a un Padre común. Estar en actitud de oración implica por tanto abrirse a la fraternidad. Sólo en el “nosotros” podemos decir Padre Nuestro. Abrámonos a la fraternidad que deriva de ser hijos del único Padre celeste, y por tanto a estar dispuestos al perdón y a la reconciliación”.








Misión del cristiano en el mundo y para el mundo.





LLAMADO DE DIOS AL CRISTIANO PARA SU MISIÓN EN EL MUNDO.

La señora Ana María Todd de Croda, hasta hace 3 meses presidenta nacional de la Acción Católica Mexicana, nos comparte estas reflexiones que van en la línea de la formación de los laicos para su apostolado en la parroquia. Actualmente Anita está casi de tiempo completo dedicada a visitar grupos apostólicos en las parroquias; comparte con ellos temas de formación cristiana y de servicio parroquial. A la vez, impulsa la conciencia de lo específico del laico: inmersos en el mundo para transformar el mundo.

Antes de reflexionar sobre la vocación del laico en la Iglesia y en el mundo, vamos a recordar qué significa la palabra “laico”.

La palabra laico proviene del griego “laos” que significa “pueblo”. Esta palabra ha tenido varias connotaciones, pero en la Iglesia es entendida como “pueblo elegido por Dios”. Laicos, en este contexto, somos todos los bautizados, quienes hemos recibido de parte de Dios una vocación o un llamado, para dar testimonio en el mundo del Reino de Dios que Jesucristo anunció.

A los laicos corresponde, por propia vocación, tratar de obtener el reino de Dios gestionando los asuntos temporales y ordenándolos según Dios. Viven en el siglo, es decir, en todos y cada uno de los deberes y ocupaciones del mundo, y en las condiciones ordinarias de la vida familiar y social, con las que su existencia está como entretejida. Allí están llamados por Dios, para que desempeñando su propia profesión guiados por el espíritu evangélico, contribuyan a la santificación del mundo como desde dentro, a modo de fermento. Y así hagan manifiesto a Cristo ante los demás, primordialmente mediante el testimonio de su vida, por la irradiación de la fe, la esperanza y la caridad. (LG 31)





Una de las principales tareas de la Iglesia es la formación de los laicos. Es la Palabra de Dios el punto de partida y de inspiración para esta tarea de la Iglesia: “¡Dios todopoderoso, atiéndenos, mira atentamente desde el cielo y ven a visitar tu viña, la planta que sembraste, el retoño que tú hiciste vigoroso!” (Salmo 80,15-16). En los evangelios tenemos también la imagen de la vid y los sarmientos. Nos revela otro aspecto fundamental de la vida y de la misión de los fieles laicos que es la llamada a crecer, a madurar continuamente, a dar siempre más fruto. De esta manera, la Palabra de Dios interpela al cristiano en su libertad, quien está llamado a asumir su personal responsabilidad como respuesta a Dios.

La formación integral y permanente de los fieles laicos se coloca entre las prioridades de la diócesis, y se ha de incluir en los programas de acción pastoral, de modo que todos los esfuerzos de la comunidad (sacerdotes, laicos y religiosos) concurran a este fin.

La formación de los fieles laicos tiene como objetivo fundamental el descubrimiento cada vez más claro de la propia vocación y la disponibilidad siempre mayor para vivirla en el cumplimiento de la propia misión. Dios me llama y me envía como obrero a su viña; me llama y me envía a trabajar para el advenimiento de su reino en la historia.

El laico, descubre que el ámbito de su misión es su vida cotidiana: su familia, su trabajo, su compromiso gremial, sus opciones políticas; el amplio mundo de las prácticas económicas, culturales  y sociales. Es allí donde el laico está llamado a “estar con el Señor y a seguirlo y trabajar con Él”. Esto supone un hondo proceso de conversión en cada uno de nosotros.

Nuestra vocación peculiar de laicos es ser santos viviendo en el mundo, es decir lograr la plenitud de la vida cristiana y la perfección en la caridad. Santificar a otros en cada momento de nuestra vida diaria, guiados por el espíritu evangélico. En esta tarea no hay horas libres, siempre estamos llamados y podemos ser santos.

¿Qué significado tiene para nosotros laicos este tiempo que nos toca vivir? ¿Cómo prepararnos para vivirlo con sentido? ¿Qué desafíos nos plantean los tiempos que vivimos? ¿De qué manera podemos prestar mejor servicio a la Iglesia?