FOMENTAR SENTIMIENTOS DE PAZ.
Comentario breve al número 200 del documento de los Obispos de México “Que en Cristo, nuestra paz, México tenga vida digna”.
En la exhortación pastoral del 2010 “Que en Cristo, nuestra paz, México tenga vida digna”, los obispos mexicanos levantan la voz para ser hoy activos constructores de la paz en nuestro México. Debido a la situación de inseguridad y violencia en la que se debate la sociedad mexicana, este documento episcopal es una luz que nos debe ayudar a alcanzar la meta, la cual es la vida digna en Cristo para los mexicanos.
A la luz del Evangelio y de la Doctrina Social de la Iglesia, los obispos recuerdan a los católicos que su misión, en cuanto discípulos y misioneros, es contribuir, cada uno desde su lugar, a que en la sociedad mexicana se viva un orden social más justo.
Al mismo tiempo, hacen un llamado a la responsabilidad social de todos los ciudadanos para que, de manera personal o de manera organizada, asuman sus derechos y deberes en la tarea de construir la paz para la vida digna del pueblo de México.
En el número 200 del Documento, los obispos piden que todos, hoy más que nunca, fomentemos sentimientos de paz; lo expresan así: “Introducir la racionalidad en nuestras actitudes no es suficiente. Debemos aprender también a serenar el mundo de los sentimientos, que acompañan nuestras opciones. En muchos ciudadanos y dirigentes políticos se alojan actitudes violentas como la demonización de quienes son considerados adversarios, la pasión por eliminarlos del escenario público, el resentimiento por los agravios y las agresiones padecidas y la desconfianza que aísla e impide el acercamiento y reconocimiento mutuo”.
Los sentimientos son la fuente de nuestra vida, son el reflejo de nuestra realidad profunda, manifiestan y expresan lo que somos. Los sentimientos de paz, de alegría, de creatividad, de solidaridad, fortalecen nuestra verdadera identidad.
Por eso los Obispos mexicanos proponen acciones para fomentar los buenos sentimientos, sentimientos que generen bienestar y paz al hombre mexicano que tanto lo necesita hoy. Aquí están las acciones propuestas por los Obispos:
* Comprometámonos a:
1.- Impulsar el desarrollo humano de las personas, en las familias y en las comunidades, que propicie la reconciliación de la propia afectividad, para que afloren sentimientos de paz que encaucen positivamente el potencial de agresividad que existe en todas las personas.
2.- Desarrollar la indignación contra toda violencia presente en nosotros y en torno a nosotros. No podemos acostumbrarnos a la violencia ni asumirla como estilo de vida; ésta nos debe sorprender y nos tiene que llevar a la indignación que nos mueva a evitarla.
3.- Expresar el amor a la paz. Es importante amar la paz, adherirse a ella de un modo espontáneo, disfrutarla y celebrarla cuando se tiene y también expresar el dolor y sufrimiento cuando nos vemos privados de ella.
4.- Fomentar el sentido de pertenencia a la nación y el reconocimiento de que en nuestras diferencias está nuestra riqueza. Con nuestra nación se identifican nuestra familia y nuestros amigos; nuestros valores y nuestra cultura; nuestros recursos y la riqueza de nuestro entorno. Somos un solo pueblo, plural, diverso, pero un solo pueblo.
Fijémonos en los verbos que utiliza el Documento: Impulsar, Desarrollar, Expresar, Fomentar. Son verbos de acción con los cuales los Obispos nos están diciendo: “es urgente y es necesario poner manos a la obra; Cristo nos lo está pidiendo hoy”.
Es una pena que los mexicanos nos estamos acostumbrado a la violencia, a la corrupción, a pensar sólo en nosotros mismos sin tomar en cuenta los demás, a darnos el placer a cómo de lugar y a vivir en un ambiente hostil. Es tiempo de una reflexión profunda por parte de cada uno con el fin de renovar nuestra mente, criterios y sentimientos. Es tiempo de serenar los ánimos y dejar que Cristo toque nuestro corazón y nos encamine hacia la paz. La doctrina social de la Iglesia tiene unas palabras que sacuden: “¡Hombres y mujeres fieles a Cristo Jesús, llamados a transformar la realidad social por la fuerza del Evangelio!”. Este es un llamado urgente a todos, pero, por supuesto, a los cristianos católicos de manera muy especial.
Nosotros, los que estamos en contacto con la evangelización, somos testigos de que el anuncio del evangelio es capaz de transformar la vida del hermano, somos testigos de que del anuncio del Evangelio afloran sentimientos buenos y deseos de paz. Hagamos, pues, más firme nuestro compromiso evangelizador para bien de nuestras comunidades, y que el amor a nuestra patria se manifieste en nosotros cada día con nuestra manera de ser y actuar, y que cada uno, como discípulos de Jesucristo, seamos instrumentos de paz para que México tenga vida digna.
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